El metro de Medellín y el osito de Alicante

Medellín es la segunda ciudad de Colombia con más de 2 millones de habitantes (3 si se incluye el área metropolitana). Como suele ser frecuente en muchas ciudades de países pobres, el nivel de implicación de los ciudadanos con su ciudad es muy escaso (unos por no haber podido acceder a formación, otros por desprecio, todos por dejadez) a lo que se une la habitual escasez de recursos en países menos ricos que el nuestro.


En 1995 construyeron un metro para facilitar el transporte público. No es ninguna maravilla (como el de Moscú, por ejemplo), pero los ciudadanos se sentían orgullosos de él y empezaron a cuidarlo. No era el lugar donde tirar bsura al suelo. No era el lugar para empujarse, etc, etc. Y vieron que lo tenían muy bien. Y presumían más de él por lo bien que ellos mismos lo tenían, incluso ante los orgullosos habitantes de Bogotá, la capital de Colombia.


Y eso dió lugar a lo que se ha llamado "cultura metro": el orgullo de los ciudadanos por su metro y su esfuerzo por cuidarlo (no es que lleven ellos la bayeta para limpiar, pero con no ensuciar es sufiente), por comportarse de forma cívica allí, incluso a reprochar el mal comportamiento de quien no lo hace. Algunos han intentado extenderlo a otros ámbitos de la ciudad, incluso a otras ciudades a partir de elementos similares.



En Alicante, el robo de nuestro osito por unos desalmados tiene que ser algo igual. Es el punto con el que muchos nos hemos dicho que ya basta de que unos pocos degraden la ciudad. Es el punto a partir del cual algunos le llamaremos ladrón en su cara a quien arranque flores de un jardín, llamaremos guarro en su cara a quien vacía un cenicero del coche en la calle o tire la basura fuera del contenedor, llamaremos incívico al que presuma en el instituto por haber hecho una pintada en cualquier especio público, etc. etc.



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